Elisabetta Sirani, nacida en Bolonia, fue una de las primeras
mujeres pintoras de proyección internacional, pero su prematura muerte
con 27 años de edad truncó una carrera que pudo haber evolucionado hacia
el barroco decorativo que abanderó Luca Giordano.
Hija de Giovanni Andrea Sirani, principal ayudante de Guido Reni,
apenas hay datos sobre sus formación artística. Se supone que por su
condición de mujer, Elisabetta no pudo acceder a una academia y tuvo de
aprender únicamente en el taller paterno. Su escasa destreza en el
dibujo anatómico se explicaría porque no se le permitió dibujar desnudos
con modelos vivos.
La muerte de Elisabetta Sirani estuvo envuelta en la controversia,
ante las sospechas de que fue envenenada por una criada, aunque ésta fue
absuelta de las acusaciones y una autopsia reveló que la pintora había
sufrido varias úlceras de estómago. Su funeral, que incluyó música e
intervenciones poéticas, lo presidió su efigie esculpida a tamaño
natural, dispuesta sobre un gran catafalco. Actualmente, los restos de Elisabetta y su maestro Guido Reni reposan juntos, en la Basílica de Santo Domenico de Bolonia.
Aunque su prematura muerte, en agosto de 1665, limitó su carrera a
apenas una década, Sirani dejó una producción sorprendentemente amplia:
200 pinturas, así como dibujos y diversos grabados. La amplitud de la producción pictórica de Sirani ha hecho pensar en
una participación masiva de ayudantes, ya que sus hermanas Barbara y
Anna Maria eran también pintoras y tuvo por discípulas a más de doce
mujeres, que llegaron a ejercer profesionalmente. La artista hizo
demostraciones públicas en respuesta a quienes cuestionaban la autoría
de sus cuadros.
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